lunes, 16 de noviembre de 2015

Sazcha Marcelo Olivera, doctor en Economía del Medioambiente de la Universidad Metropolitana de México



Sazcha Marcelo Olivera, doctor en Economía del Medioambiente de la Universidad Metropolitana de México, estuvo en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de San Francisco Xavier y ofreció una conferencia magistral en el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Luego, concedió la siguiente entrevista a CAPITALES:

CAPITALES (C). A mayor crecimiento poblacional, mayor cantidad de gases de efecto invernadero. ¿Cómo se explica este fenómeno, al que se refirió usted en Sucre?
Marcelo Olivera (MO). Todas las personas tenemos necesidades que deben ser cubiertas: alimentación, vivienda, agua, transporte, y para ello se requiere energía; para cultivar, lavar, cocinar, bombear agua, para mover los alimentos. Mientras más personas seamos, mayor será la cantidad de energía para cubrir nuestras necesidades. El conflicto surge en que nuestra actual matriz energética, es decir, la forma que tenemos como humanidad de generar energía, se basa en fuentes de energía fósil. Quemamos combustibles fósiles, como los derivados del petróleo o el gas natural, para producir energía que, a su vez, nos sirve para satisfacer nuestras necesidades. Estamos en un círculo vicioso: como humanidad, estamos frente a un fenómeno que hasta el momento no hemos sabido enfrentar.

C. Si “el fenómeno global sobrepasa a los países”, ¿cuál es la clave para afrontarlo?
MO. Parte de reconocer que este problema es real y tiene consecuencia, un primer paso que nos tomó muchísimos años de discusión ya que el calentamiento global implica muchos cambios y pérdidas de sectores económicos muy importantes como el petrolero y el energético, por citar algunos. Desde la Cumbre de Río de 1992, cada año se reúne la conferencia de las partes COP, que este año se reúne en París, citando a todos los países del mundo para discutir este fenómeno y tratar de afrontarlo en forma conjunta.
Las soluciones al fenómeno no están claras, aunque intentos globales como el Protocolo de Kyoto muestran un camino incipiente de cuál sería la ruta más probable para enfrentar esta problemática: cambiar la matriz energética a energías renovables, desarrollar proyectos de mitigación de gases de efecto invernadero GEI, entre otras.
De manera local, y como esfuerzos personales, podemos ser responsables con nuestra forma de consumir energía, desconectando los equipos eléctricos sin uso, separando la basura para permitir el reciclaje de la misma, usando menos transporte privado, no desperdiciando agua, etc.

C. ¿Qué papel juegan los economistas en este problema?
MO. La economía tiene como objeto de estudio la satisfacción de las ilimitadas necesidades humanas con los limitados recursos existentes en este planeta, por lo que el papel que juega es preponderante desde diferentes aspectos. Es la primera en entender el comportamiento de las personas ante los fenómenos que nos afectan, la respuesta social que mueve este comportamiento y las acciones que toman los estados para cubrir las necesidades de la sociedad.
La economía ve estas relaciones sobre el cambio climático más allá del comportamiento de mercado de la sociedad y trata de entenderla y actuar sobre ella como una respuesta social compleja y de múltiples respuestas en las que el Estado y el mercado solo son parte del problema y la solución.

C. ¿Hay relación entre cambio climático y mercado? ¿Se puede hablar de una “falla de mercado” en este tema?
MO. Lamentablemente, podemos entender el cambio climático como una gran falla de mercado. En este caso, se entiende una falla de mercado como una externalidad, es decir, cuando las acciones de una persona que afectan a una tercera persona sin que ella sea partícipe de sus actividades.
En este caso, el uso de los combustibles fósiles por parte de nosotros, en nuestras actividades cotidianas, afectan a la atmósfera en su conjunto aunque los beneficios de estas actividades solo sean disfrutados en forma individual. Y se considera una falla ya que si supiéramos o hubiésemos sabido las consecuencias de nuestros actos, podríamos haber limitado el consumo de combustibles fósiles o buscar otras alternativas para limitar su consumo como subirles el precio, entre otras acciones.

C. ¿Cuál es la importancia de tener/generar estadísticas en tales circunstancias? ¿Qué recomienda hacer al respecto, como Estado?
MO. La información es crucial para poder tomar decisiones: sin información, en este caso de tipo numérico, ¿qué tipo de decisiones podemos tomar? El papel del Estado como servicio a la sociedad es tomar las mejores decisiones posibles en función a la mejor información existente, por lo que generar la mejor información posible con los recursos que se tiene es crucial y función vital del Estado. Entonces, invertir en un buen sistema de adquisición de información sobre emisiones de GEI y sobre las actividades de los consumidores y productores es fundamental para entender y poder afrontar el fenómeno de manera local.

C. ¿Cuál es su sugerencia respecto al uso de paneles solares en ciudades como Sucre?
MO. Como comentábamos, el cambio de la matriz energética es crucial para enfrentar el cambio climático en regiones como Sucre, con altos niveles de radiación solar y con muchos días con sol al año.
El uso de la energía solar no solo es de lógica, sino de oportunidad; una forma cada vez más barata de generar energía eléctrica. Esta alternativa debe ser estudiada y analizada a profundidad, ya que para la región es una opción real de generar fuentes de empleo y beneficios económicos.

C. Usted escribió también sobre “economía ambiental”. ¿Cómo se determina el valor de un bien ambiental? Y, en el caso de las áreas protegidas como el Tipnis, ¿aconsejaría una compensación económica a los indígenas originarios, en caso de que el Gobierno decidiera construir la carretera atravesando ese parque natural?
MO. Un bien en general tiene valor para la sociedad cuando cumple alguna función o brinda algún servicio. ¿Cuánto vale para la sociedad? Depende de cuán informada esté la sociedad acerca del bien o las funciones o servicios que genera. Si la gente no sabe la importancia de los bosques para la generación de agua para una cuenca, tala los árboles y aprovecha la madera y pierde el agua sin saberlo. Los árboles solo darán recursos para un año en particular y un grupo de personas. El bosque dará agua para muchos años y mayor cantidad de personas, pero solo si las personas están informadas y reconocen el valor del bosque.
En el caso de las áreas protegidas, porque la sociedad está dispuesta a conservarlas, si no sabemos esto y no tenemos información, no las valoramos. El conflicto es que no toda la sociedad tiene la misma cantidad y calidad de información, y, peor aún, no todos reconocemos la importancia de la información o reconocemos su valor. El entender un área protegida como el Tipnis no es sencillo, brinda múltiples servicios como bosque y área protegida, pero también como reserva de petróleo o como reserva forestal o posibles áreas mineras. La sociedad debe decidir cuál de estas funciones es la más importante y actuar en consecuencia.
Si decidimos que la extracción de petróleo o la minería son más importantes, entonces hay que compensar a las poblaciones que habitan el área por haberlas restringido en sus actividades, por estar en un área protegida, y resarcirlas en los valores que obtienen del bosque en este momento. Es decir, hay que generar una cantidad importante de información para que la sociedad tome la decisión en función a conocimiento y comprensión del problema, y decida en consecuencia.

"El cambio de la matriz energética es crucial para enfrentar el cambio climático en regiones como Sucre, con altos niveles de radiación solar y con muchos días con sol al año."

"El entender un área protegida como el Tipnis no es sencillo, brinda múltiples servicios como bosque y área protegida, pero también como reserva de petróleo o como reserva forestal o posibles áreas mineras."

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