domingo, 5 de junio de 2011

LA PESCA EN EL PILCOMAYO DISMINUYE EN MÁS DEL 90 %

Cada año, entre abril y septiembre, cientos de familias se asientan en las riberas del río Pilcomayo para dedicarse a la pesca, actividad que en esta oportunidad prácticamente ha desaparecido. Si hasta el 2010, una familia obtenían 1.000 unidades por día, hoy sólo logran atrapar 80.

El fenómeno —que preocupa a los lugareños, merma sus ingresos y pone en riesgo su subsistencia— se atribuye a diversos problemas, siendo el principal, el hecho de que los peces se ven impedidos de llegar a la parte alta del Chaco boliviano debido a la acumulación de sedimento en Formosa (Argentina), desde donde el cardumen emigra para desovar.

“Estamos muy preocupados porque este año la cantidad de peces ha bajado demasiado. El año pasado se pescaba, en todo el día, entre 1.000 y 2.000 pescados. Ahora, cada día, apenas se logra atrapar 40 u 80 como máximo”, dice a La Razón Roberto Salazar (77), miembro de la comunidad Tuntaye del pueblo indígena Weenhayek. Don Roberto lleva 65 años de su vida dedicado a esta actividad.

Metros más allá, Dionisio Ríos (52) y sus familiares de la comunidad Quebrachal, también parte de los Weenhayek, preparan la red para lanzarla al río. Cuenta que “el pescado está escaso. En la comunidad la situación es cada vez peor. Todo el día llegamos a capturar hasta 40 pescados, antes eran 1.500, 2.000 hasta 2.500”.

“Este año fue uno de los peores de la década. Los peces no pueden subir a desovar a la parte alta del Chaco debido a que en la cuenca, a la altura de Formosa (Argentina), se acumuló un alto porcentaje de sedimento que obstruye su paso,” explica Henry Camacho, alcalde de Villamontes.

El río Pilcomayo permite aprovechar la pesca de sábalo, surubí y el dorado. En el lado boliviano, sólo se aprovecha comercialmente el sábalo porque en su etapa adulta, la especie migra 300 kilómetros desde el bañado La Estrella (en Argentina), hasta el Chaco para desovar.

Ante el problema, Argentina inició el dragado del lugar donde se acumuló el sedimento, trabajo que se prevé durará 15 días más. Según los lugareños, los peces están impedidos de hacer el viaje desde inicios de mayo y corren el riesgo de morir.
El alcalde explica que los más perjudicados son los indígenas Weenhayek y Tapietes, a los que se suma el pueblo Guaraní y otros pobladores de Villamontes que tiene como principal actividad la pesca, la que genera un gran movimiento económico.

“No hay un estudio que determine las pérdidas económicas por la escasez de peces, pero la cantidad promedio que se obtiene de la pesca es de 2.000 a 3.000 toneladas de pescados. Por ejemplo, con la red de arrastre (técnica para obtener más peces) este año sólo se atrapó de 30 a 50 pescados por día. El 2002 se obtenían hasta 5.000 por día”, dice Camacho.
El capitán de la Organización de Capitanías Weenhayek y Tapiete (Orcaweta), Moisés Sapiranda, expresa su preocupación porque el problema crece por año que trascurre. “Están afectadas 42 comunidades y 6.000 familias. Sin pescado hay hambre porque con eso mantenemos a las familias”.

El presidente del Concejo Municipal de Villamontes, Jhony Robles, habla incluso de 10 mil familias, contando a las de otras comunidades y pobladores de los alrededores.

Sapirenda explica que la temporada de pesca empieza el 15 de abril y se extiende hasta el 15 de septiembre. Desde esa fecha, cientos de familias instalan campamentos en las riberas del Pilcomayo. La pesca se realiza por turnos, las 24 horas, en concesiones de mil metros de territorio y hay varias formas de pescar.

Don Lucio Nieto (52), dueño de una concesión pesquera en la comunidad de Peña Colorada, usa una red de arrastre, que mide 80 metros; trabaja con sus familiares y empleados que reciben un porcentaje de la extracción. “Antes, cuando se pescaba entre 1.500 a 2.000 pescados al día, se ganaba Bs 70 a 80 al día. Pero ahora se gana entre Bs 10 a 20”.

“Cuando había pescados, los obteníamos en media hora, pero ahora debemos esperar dos a tres horas. Esa época se ganaba Bs 120 a 140 ahora ni 30”, expresa Carlos Albizo, que comparte la concesión con otros 20 pescadores de Peña Colorado.
Existen otras asociaciones afectadas que usan la red pollera (individual) y reunían de 200 a 300 pescados al día, pero este año sólo llegan a 30.

Precio para la venta se quintuplica

Pizarro (39) carga la red de arrastre con ayuda de sus ocho hijos y parientes, pero lo que obtienen les es insuficiente. “Ahora se saca de 10 hasta 40 pescados todo el día. Antes, el precio del sábalo era de Bs 4 a 5, pero ahora vale de Bs 20 a 25 la unidad”.

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